lunes, 30 de agosto de 2010

Manifiesto del señor Aa el antifilósofo.


Escrito de Tristán Tzara
" Sin la búsqueda de yo te adoro
que es un boxeador francés
valores marítimos irregulares como
la depresión de Dadá en la sangre del
bicéfalo
resbalo entre la muerte y los fosfatos
indecisos que raspan un poco el cerebro
común de los poetas dadaístas
afortunadamente
pues
oro
mina
las tarifas y la vida cara me han decidido a
abandonar las D
no es cierto que los falsos dadás me
las hayan quitado ya que
el reembolso comenzará en cuanto
es como para llorar la nada que se llama
nada
y he barrido la enfermedad en la aduana
yo caparazón y paraguas del cerebro
de mediodía a las dos de abono
supersticioso desencadenando los engranajes
del ballet espermatozoico que hallarán
ustedes en ensayo general en todos
los corazones de individuos sospechosos
yo les comeré un poco los dedos de ustedes
yo les pago la renovación del abono del
amor en celuloide que rechina como
puertas de metal
y ustedes son unos idiotas
yo volveré una vez como su
orina renaciente a la joie de vivre el
viento partero
y establezco un pensionado de mantenedores
de poetas
y vengo una vez más para comenzar
de nuevo
y son ustedes unos idiotas
y la llave del selfcleptómano no
funciona más que con aceite crepuscular
en cada nudo de cada máquina
está la nariz del recién nacido
y todos somos idiotas
y muy sospechosos de una nueva forma
de inteligencia y de nueva lógica
a la manera de nosotros mismos
que no es Dadá de manera alguna
y ustedes se dejan llevar por el
Aaísmo
y todos ustedes son idiotas
cataplasmas
en alcohol de sueño purificado
vendajes
idiotas
vírgenes "

El retrato es obra de Robert Delaunay.

Comentario sin mérito

Ridículo el futurista, con esas manos recién cortadas como raíces líquidas que se enamoran bajo sombra, entre uñas azul-naranjas y amarillas, entre retadores que retroceden una vez que el papel los ha absorbido con toda su creación. Sumado a esto el amarillo que se niega a parar... Habla como nadie, bajo una oratoria de cielo estampado en tu rostro, que baja, entre roces y rasguños, masticando tu nariz, tus dientes, chocando con esa frente sudorosa y taciturna, que también baja a su propio rostro sin observarlo. Y sólo presiente ese tubo gris que pronto caerá sobre sus ojos y nuevamente sin observar entre punto y punto guarda la ironía, que con cariño acaricia montando la idea de un final manchado por el agua.

Andrés C. Espoldo.

domingo, 29 de agosto de 2010

El proceso

I: Fragmentario


Esperaba poder encontrarlo. Entre el pájaro Max que silba desde una ventana sin cuerpo.

O la nube o la cuerda o el mapa.

Resulta obvio para mí su intento por parecer verde, y esto es en gran medida la causa de mi confusión al ver esa sombra de globo perfilada como proceso. Tiene sus cuatro dedos que hilvanan el día entre la tierra y su fruto, y se dice que esperan encontrar ese suelo entre las líneas y la tierra desesperada. Es un imán, una colina sin forma que subyace como único motivo de encuentro. Pero el pájaro Max no es uno de ellos, él es de los que enrojecen sus ojos sin motivo, observa, observa la cuerda o el mapa o el imán que se hincha como globo perfilado o sin cuerpo de ventana, él es un espacio enjaulado en blanco, una especie de gris que hace resonar la vida. Está presente, pero está, pico al aire, el pájaro Max será pico al aire. Es en este punto cuando debo notar que la sombra de la colina es una línea enterrada dentro de cada ladrillo. Él nunca despierta, y si lo hace es su hijo, una especie de gris motivado en el aire que reacciona con cada golpe, con cada cuerda. Él reconoce que la zona es inaudita, es pesada y circular, es amurallada y… Ahora hablo de la música, del prólogo, del sentido que le daremos a todo esto.

Andrés C. Espoldo


La pintura es obra de Max Ernst.

TAM


Poema de Vicente Huidobro.

Cantar
al atardecer sobre los montes
Mirando pasar los aeroplanos
Pájaros del horizonte
Que se amamantan en la luna

Tengo sed
Dadme de beber
Todas las cabelleras rubias

En el silencio
Se sienten huir algunos recuerdos

Piezas de caza desbandadas
Cómo cogerlos

Nadie ha podido detener mi marcha
Brilla el sol
La vida vale la pena
Y tu recuerdo canta en mi reloj

El viejo Tam
En un fuego fatuo

Enciende su cigarro
Y se aleja cantando por el bosque

Tú serás
Toda la luz
esta noche

Las marionetas que cuelgan
A los rayos de las estrellas
Son arañas

DANZA
VIEJO TAM
DANZA

En medio de los siete hijos de la montaña

Coge en tu mano
Al que toca la flauta

TU
CABEZA
CUELGA
DEL
HUMO
DE TU
CIGARRO



El retrato es obra de Pablo Picasso.

sábado, 28 de agosto de 2010

Algo


Podrá ese pequeño ángel en la pared incendiarse frente a mí, y lo hará, mientras yo soy sólo plan, y plan y plan y expedición y luego hablo. Fue cuestión de mover mi brazo dentro de un todo, de absorber las quimeras entre mordisco y mordisco. De morir y parecer vivo, como esa tela inútil que dice ser arte compuesta y recompuesta y clásica, así fue como llegué a ser tradición con subtítulos, encausado en una sola vía sin marcos, de la que salgo únicamente cuando me han hecho tragar la anarquía de un papel involuntario, y de él bajo, lento, nocturno, parco, y grito como dios sin tacto y sin dueño, y en él, espero encontrar la vieja costumbre de llenar mis brazos con tinta incandescente. De quemar mis pies como tarde. De llegar a la sombra sin advertirme vivo. Espero tirar ese muro y bajar la mirada ante ese arco rojo y ensanchado.
 Andrés C. Espoldo.
La pintura es obra de André Masson, (Tierra, 1939)