Podrá ese pequeño ángel en la pared incendiarse frente a mí, y lo hará, mientras yo soy sólo plan, y plan y plan y expedición y luego hablo. Fue cuestión de mover mi brazo dentro de un todo, de absorber las quimeras entre mordisco y mordisco. De morir y parecer vivo, como esa tela inútil que dice ser arte compuesta y recompuesta y clásica, así fue como llegué a ser tradición con subtítulos, encausado en una sola vía sin marcos, de la que salgo únicamente cuando me han hecho tragar la anarquía de un papel involuntario, y de él bajo, lento, nocturno, parco, y grito como dios sin tacto y sin dueño, y en él, espero encontrar la vieja costumbre de llenar mis brazos con tinta incandescente. De quemar mis pies como tarde. De llegar a la sombra sin advertirme vivo. Espero tirar ese muro y bajar la mirada ante ese arco rojo y ensanchado.
Andrés C. Espoldo.
La pintura es obra de André Masson, (Tierra, 1939)
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