lunes, 6 de septiembre de 2010

La Cantante


Hablar como un papel hecho agua, entre respiración y respiración. No pido nada, sólo respondo al llamado de un fuego fatuo, desmembrado, bajo tierra, asustado y momentáneo y hambriento, como el alma que recorre mesas bajo esa madera brillante… He hecho el llamado y hay preguntas, más y más, canto, grito, me levanto y rompo mi cabeza contra el hielo, que me ha ahorrado el tiempo inconcluso en esta mano mía que se mueve indecisa y que me confunde con bordes y libros, esa misma que asegura nuestra condición de figura traspapelada bajo un chorro de agua-piel sucia que recae con toda su delicadeza en mi rostro, transformado al carbón y plasmado sobre ese plástico ahogado que es casi todo, siempre lo he sabido, lo has sabido, mi mano tiembla… siempre, imaginás líneas, diagonales, rectas (que importa) se entrecruzan mutuamente y forman un mar de ojos que se niegan a responder y que cantan, en un tono gris y medio verde.


Andrés C. Espoldo.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Del momento.

Será preciso subir mis pies sobre él, con testigos, rodeado por ese aire seco y rojo traducido en líneas. Uno esperaría caer y suena ridículo, saber que no es posible, hablar como un soplo, simple, gaseoso, vivo, y absorber lo instantáneo de la pared, de cada punto dibujado como imperfección y exhalado en ese corte abrupto de un tubo hecho nudo e inmerso en el calor... en mis manos entrelazadas, en mi frente casi amarilla... y ahora que sólo veo el cable ahorcando la intranquilidad de algo confuso.

Andrés C. Espoldo.