Será preciso subir mis pies sobre él, con testigos, rodeado por ese aire seco y rojo traducido en líneas. Uno esperaría caer y suena ridículo, saber que no es posible, hablar como un soplo, simple, gaseoso, vivo, y absorber lo instantáneo de la pared, de cada punto dibujado como imperfección y exhalado en ese corte abrupto de un tubo hecho nudo e inmerso en el calor... en mis manos entrelazadas, en mi frente casi amarilla... y ahora que sólo veo el cable ahorcando la intranquilidad de algo confuso.
Andrés C. Espoldo.
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