lunes, 29 de noviembre de 2010

Descripción

Tal vez si yo creo, recuerdo sus visitas, entre cantos, sus labios son pesados dentro y mi puerta, y mis ojos, caigo, brumoso, y te asustás dando pasos verdes o color. Tus pies caídos, tus ramas enletradas manifestadas al tibio y espejo, levanto manos y soy: militar, sombrero, patetismo y emancipación, televisor y conciencia. Recuerdo mis rituales, el dibujo al carbón, las, los, el lineamiento, los, el, la misericordia del pueblo dando viaje a los dioses en ese amarillo perla y turbio y piel.

Andres C. Espoldo

lunes, 6 de septiembre de 2010

La Cantante


Hablar como un papel hecho agua, entre respiración y respiración. No pido nada, sólo respondo al llamado de un fuego fatuo, desmembrado, bajo tierra, asustado y momentáneo y hambriento, como el alma que recorre mesas bajo esa madera brillante… He hecho el llamado y hay preguntas, más y más, canto, grito, me levanto y rompo mi cabeza contra el hielo, que me ha ahorrado el tiempo inconcluso en esta mano mía que se mueve indecisa y que me confunde con bordes y libros, esa misma que asegura nuestra condición de figura traspapelada bajo un chorro de agua-piel sucia que recae con toda su delicadeza en mi rostro, transformado al carbón y plasmado sobre ese plástico ahogado que es casi todo, siempre lo he sabido, lo has sabido, mi mano tiembla… siempre, imaginás líneas, diagonales, rectas (que importa) se entrecruzan mutuamente y forman un mar de ojos que se niegan a responder y que cantan, en un tono gris y medio verde.


Andrés C. Espoldo.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Del momento.

Será preciso subir mis pies sobre él, con testigos, rodeado por ese aire seco y rojo traducido en líneas. Uno esperaría caer y suena ridículo, saber que no es posible, hablar como un soplo, simple, gaseoso, vivo, y absorber lo instantáneo de la pared, de cada punto dibujado como imperfección y exhalado en ese corte abrupto de un tubo hecho nudo e inmerso en el calor... en mis manos entrelazadas, en mi frente casi amarilla... y ahora que sólo veo el cable ahorcando la intranquilidad de algo confuso.

Andrés C. Espoldo.

lunes, 30 de agosto de 2010

Manifiesto del señor Aa el antifilósofo.


Escrito de Tristán Tzara
" Sin la búsqueda de yo te adoro
que es un boxeador francés
valores marítimos irregulares como
la depresión de Dadá en la sangre del
bicéfalo
resbalo entre la muerte y los fosfatos
indecisos que raspan un poco el cerebro
común de los poetas dadaístas
afortunadamente
pues
oro
mina
las tarifas y la vida cara me han decidido a
abandonar las D
no es cierto que los falsos dadás me
las hayan quitado ya que
el reembolso comenzará en cuanto
es como para llorar la nada que se llama
nada
y he barrido la enfermedad en la aduana
yo caparazón y paraguas del cerebro
de mediodía a las dos de abono
supersticioso desencadenando los engranajes
del ballet espermatozoico que hallarán
ustedes en ensayo general en todos
los corazones de individuos sospechosos
yo les comeré un poco los dedos de ustedes
yo les pago la renovación del abono del
amor en celuloide que rechina como
puertas de metal
y ustedes son unos idiotas
yo volveré una vez como su
orina renaciente a la joie de vivre el
viento partero
y establezco un pensionado de mantenedores
de poetas
y vengo una vez más para comenzar
de nuevo
y son ustedes unos idiotas
y la llave del selfcleptómano no
funciona más que con aceite crepuscular
en cada nudo de cada máquina
está la nariz del recién nacido
y todos somos idiotas
y muy sospechosos de una nueva forma
de inteligencia y de nueva lógica
a la manera de nosotros mismos
que no es Dadá de manera alguna
y ustedes se dejan llevar por el
Aaísmo
y todos ustedes son idiotas
cataplasmas
en alcohol de sueño purificado
vendajes
idiotas
vírgenes "

El retrato es obra de Robert Delaunay.

Comentario sin mérito

Ridículo el futurista, con esas manos recién cortadas como raíces líquidas que se enamoran bajo sombra, entre uñas azul-naranjas y amarillas, entre retadores que retroceden una vez que el papel los ha absorbido con toda su creación. Sumado a esto el amarillo que se niega a parar... Habla como nadie, bajo una oratoria de cielo estampado en tu rostro, que baja, entre roces y rasguños, masticando tu nariz, tus dientes, chocando con esa frente sudorosa y taciturna, que también baja a su propio rostro sin observarlo. Y sólo presiente ese tubo gris que pronto caerá sobre sus ojos y nuevamente sin observar entre punto y punto guarda la ironía, que con cariño acaricia montando la idea de un final manchado por el agua.

Andrés C. Espoldo.

domingo, 29 de agosto de 2010

El proceso

I: Fragmentario


Esperaba poder encontrarlo. Entre el pájaro Max que silba desde una ventana sin cuerpo.

O la nube o la cuerda o el mapa.

Resulta obvio para mí su intento por parecer verde, y esto es en gran medida la causa de mi confusión al ver esa sombra de globo perfilada como proceso. Tiene sus cuatro dedos que hilvanan el día entre la tierra y su fruto, y se dice que esperan encontrar ese suelo entre las líneas y la tierra desesperada. Es un imán, una colina sin forma que subyace como único motivo de encuentro. Pero el pájaro Max no es uno de ellos, él es de los que enrojecen sus ojos sin motivo, observa, observa la cuerda o el mapa o el imán que se hincha como globo perfilado o sin cuerpo de ventana, él es un espacio enjaulado en blanco, una especie de gris que hace resonar la vida. Está presente, pero está, pico al aire, el pájaro Max será pico al aire. Es en este punto cuando debo notar que la sombra de la colina es una línea enterrada dentro de cada ladrillo. Él nunca despierta, y si lo hace es su hijo, una especie de gris motivado en el aire que reacciona con cada golpe, con cada cuerda. Él reconoce que la zona es inaudita, es pesada y circular, es amurallada y… Ahora hablo de la música, del prólogo, del sentido que le daremos a todo esto.

Andrés C. Espoldo


La pintura es obra de Max Ernst.