Esperaba poder encontrarlo. Entre el pájaro Max que silba desde una ventana sin cuerpo.
O la nube o la cuerda o el mapa.
Resulta obvio para mí su intento por parecer verde, y esto es en gran medida la causa de mi confusión al ver esa sombra de globo perfilada como proceso. Tiene sus cuatro dedos que hilvanan el día entre la tierra y su fruto, y se dice que esperan encontrar ese suelo entre las líneas y la tierra desesperada. Es un imán, una colina sin forma que subyace como único motivo de encuentro. Pero el pájaro Max no es uno de ellos, él es de los que enrojecen sus ojos sin motivo, observa, observa la cuerda o el mapa o el imán que se hincha como globo perfilado o sin cuerpo de ventana, él es un espacio enjaulado en blanco, una especie de gris que hace resonar la vida. Está presente, pero está, pico al aire, el pájaro Max será pico al aire. Es en este punto cuando debo notar que la sombra de la colina es una línea enterrada dentro de cada ladrillo. Él nunca despierta, y si lo hace es su hijo, una especie de gris motivado en el aire que reacciona con cada golpe, con cada cuerda. Él reconoce que la zona es inaudita, es pesada y circular, es amurallada y… Ahora hablo de la música, del prólogo, del sentido que le daremos a todo esto.
Andrés C. Espoldo
La pintura es obra de Max Ernst.